Como ya sabéis, el Carnaval es una celebración pública que tiene lugar inmediatamente antes de la cuaresma cristiana, con fecha variable (desde finales de enero hasta principios de marzo según el año), y que combina algunos elementos como disfraces, desfiles, y fiestas en la calle.
A pesar de las grandes diferencias que su celebración presenta por todo el mundo, su característica común es la de ser un período de permisividad, diversión y cierto descontrol.
Mucha gente que no comparte o comprende el sentimiento carnavalero, puede pensar, equivocadamente, que esta fiesta consiste simplemente en salir a la calle con una careta o con un disfraz. Sin embargo, el verdadero Carnaval, debe significar justamente lo contrario: arrancarse las caretas, los prejuicios, los complejos, las frustraciones, las poses sociales y los disfraces de los que hacemos gala el resto del año, y ejercer nuestra más pura libertad, al menos, por unas pocas horas.
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Fue a partir del siglo IV, durante la decadencia del Imperio Romano, cuando la iglesia católica tomó el control de la mayor parte de las celebraciones paganas que se realizaban, anulándolas y/o reconvirtiéndolas en fiestas religiosas (entre ellas las mencionadas Saturnales y las del ‘Sol Invictus’ del 25 de diciembre, las cuales reconvirtieron en lo que hoy en día conocemos como Navidad o incluso el Día de San Valentín). Con ello también vino el reubicar en el calendario otra de las grandes fiestas de la iglesia: la Semana Santa, como conmemoración de la ‘última cena’ celebrada por Jesucristo con sus apóstoles, su captura, crucifixión y resurrección, pero también otra celebración muy vinculada con los orígenes del cristianismo: la Pascua judía, que se celebraba el 14 de Nisán.
Para especificar la fecha el emperador romano Constantino el Grande estableció, en el primer Concilio de Nicea (año 325 d.C.), una fórmula por la cual se determinaría cuándo caería la celebración de la Semana Santa y ésta sería siempre en el domingo siguiente a la primera luna llena tras la entrada de la primavera (Domingo de resurrección).
Se acordó que a la Semana Santa le precedería un espacio de cuarenta días (la Cuaresma) en los que, obligatoriamente, se debía realizar unos actos de sacrificio y penitencia, entre ellos el ayuno y abstinencia. Este periodo comenzaba el Miércoles de ceniza, por lo que esta era la fecha límite (en los siguientes cuarenta días) para poder comer de todo, divertirse y celebrar cualquier tipo de festejo, motivo por el que se popularizó una celebración durante los tres días previos al inicio de la Cuaresma, trasladándose la fiesta y jolgorio de las Saturnales a esa fecha (para así no hacerla coincidir en diciembre con la Navidad). A esta celebración se le llamó carnaval cuya etimología proviene del término italiano ‘carnevale’ y éste a su vez del latín ‘carnem levare’ cuyo significado es carnem (carne) y levare (quitar): quitar la carne.
Esos tres días de fiesta y jolgorio (donde casi todo estaba permitido) dio lugar a ir disfrazado y taparse el rostro con el fin de salvaguardar el anonimato. Hoy en día, esta celebración se ha alargado una semana, comenzando en la mayoría de lugares el Jueves Lardero.
Así que ya sabéis, si queréis saber cuándo va a caer el carnaval simplemente tenéis que saber en qué fecha hay la primera luna llena tras la entrada de la primavera, iros al domingo siguiente y contar desde ahí y hacia atrás cuarenta y siete días en el calendario: los 7 de la Semana Santa más los 40 de la Cuaresma.